Síntesis del primer encuentro
En este primer encuentro, el eje de desarrollo y análisis
fue el espectador.
Haciendo una recorrida a través de la historia del arte,
fuimos viendo cómo el espectador fue modificando su actititud frente a la obra.
Desde no ser considerado, al principio de los tiempos, el espectador comenzó a
ser comprendido como receptor de la obra y fue creciendo como un obediente lector de producciones
artísticas que siguiendo la intención del artista podía cumplir su función
predestinada en el momento de creación de la obra.
Analizamos también, los distintos métodos que fueron
utilizados, en diversos períodos, para convocar la atención del espectador y
seducir su participación.
Hacia fines del S.XlX se inició una etapa diferente, el arte
comenzó a alejarse de la representación y a buscar en la deconstrucción una
independencia del tema y un análisis profundo sobre el lenguaje visual y la
función del arte. Desde este momento, el espectador debió transformar su actitud pasiva en una
participación activa, comprometiéndose en el completamiento del sentido de la
obra, a través de un trabajo hermenéutico que lo involucraría en el mismo acto
creativo del hecho artístico.
Fuimos trabajando basándonos en las obras de arte producidas en
los diferentes períodos y acompañando
las reflexiones con la presentación de las búsquedas filosóficas y teorías del
pensamiento desarrolladas en este sentido.
Disfrutamos la merienda conversando sobre nuestras
experiencias personales frente a las obras de arte y terminamos el encuentro
con una actividad que nos permitió ir aplicando los conceptos debatidos.
Para los que no vinieron, a continuación pueden ver las 4
imágenes de las obras que nos propusimos interpretar como espectadores activos
en el proceso creativo. 4 obras que toman como motivo a los zapatos, pero que pueden llegar a movilizarnos desde diferentes ángulos. ¿se animan?
"Un par de zapatos" - Vincent Van Gogh
"Zapatos de polvo de cristal" - Andy Warhol
"Zapatos" Manuel Alvarez Bravo
"Zapatos que rompen el silencio" - Antonio Gonzalez Peucar
Para pensar:
"El origen de la obra de arte" - Heidegger (sobre los zapatos de Van Gogh)
. Tomaremos como ejemplo un utensilio corriente: un par de botas de campesino. Para describirlas ni siquiera necesitamos tener delante un ejemplar de ese tipo de útil. Todo el mundo sabe cómo son, pero puesto que pretendemos ofrecer una descripción directa, no estará de más procurar ofrecer una ilustración de las mismas. A tal fin bastará un ejemplo gráfico. Escogeremos un famoso cuadro de Van Gogh, quien pintó varias veces las mentadas botas de campesino. Pero ¿qué puede verse allí? Todo el mundo sabe en qué consiste un zapato. A no ser que se trate de unos zuecos o de unas zapatillas de esparto, un zapato tiene siempre una suela y un empeine de cuero unidos mediante un cosido y unos clavos. Este tipo de utensilio sirve para calzar los pies. Dependiendo del fin al que van a ser destinados, para trabajar en el campo o para bailar, variarán tanto la materia como la forma de los zapatos. Estos datos, perfectamente correctos, no hacen sino ilustrar algo que ya sabemos. El ser-utensilio del utensilio reside en su utilidad. Pero ¿qué decir de ésta? ¿Capta ya la utilidad el carácter de utensilio del utensilio? Para que esto ocurra ¿acaso no tenemos que detenernos a considerar el utensilio dotado de utilidad en el momento en que está siendo usado para algo? Pues bien, las botas campesinas las lleva la labradora cuando trabaja en el campo y sólo en ese momento son precisamente lo que son. Lo son tanto más cuanto menos piensa la labradora en sus botas durante su trabajo, cuando ni siquiera las mira ni las siente. La labradora se sostiene sobre sus botas y anda con ellas. Así es como dichas botas sirven realmente para algo. Es en este proceso de utilización del utensilio cuando debemos toparnos verdaderamente con el carácter de utensilio. Por el contrario, mientras sólo nos representemos un par de botas en general, mientras nos limitemos a ver en el cuadro un simple par de zapatos vacíos y no utilizados, nunca llegaremos a saber lo que es de verdad el ser-utensilio del utensilio. La tela de Van Gogh no nos permite ni siquiera afirmar cuál es el lugar en el que se encuentran los zapatos. En torno a las botas de labranza no se observa nada que pueda indicarnos el lugar al que pertenecen o su destino, sino un mero espacio indefinido. Ni siquiera aparece pegado a las botas algún resto de la tierra del campo o del camino de labor que pudiera darnos alguna pista acerca de su finalidad. Un par de botas de campesino y nada más. Y sin embargo... En la oscura boca del gastado interior del zapato está grabada la fatiga de los pasos de la faena. En la ruda y robusta pesadez de las botas ha quedado apresada la obstinación del lento avanzar a lo largo de los extendidos y monótonos surcos del campo mientras sopla un viento helado. En el cuero está estampada la humedad y el barro del suelo. Bajo las suelas se despliega toda la soledad del camino del campo cuando cae la tarde. En el zapato tiembla la callada llamada de la tierra, su silencioso regalo del trigo maduro, su enigmática renuncia de sí misma en el yermo barbecho del campo invernal. A través de este utensilio pasa todo el callado temor por tener seguro el pan, toda la silenciosa alegría por haber vuelto a vencer la miseria, toda la angustia ante el nacimiento próximo y el escalofrío ante la amenaza de la muerte. Este utensilio pertenece a la tierra y su refugio es el mundo de la labradora. El utensilio puede llegar a reposar en sí mismo gracias a este modo de pertenencia salvaguardada en su refugio. Pero tal vez todas estas cosas sólo las vemos en los zapatos del cuadro, mientras que la campesina se limita sencillamente a llevar puestas sus botas. ¡Si fuera tan sencillo como parece! Cada vez que la labradora se quita sus botas al llegar la noche, llena de una dura pero sana fatiga, y se las vuelve a poner apenas empieza a clarear el alba, o cada vez que pasa al lado de ellas sin ponérselas los días de fiesta, sabe muy bien todo esto sin necesidad de mirarlas ni de reflexionar en nada ... Para ella y para los que están con ella y son como ella, el mundo y la tierra sólo están ahí de esa manera: en el utensilio ...