martes, 26 de agosto de 2014

Arte y Religión

La religión siempre se ha valido del arte para representar o encarnar sus creencias en una imagen concreta, asible, que concentre el valor de lo sagrado. La obra se presenta así como puente para el acercamiento del hombre a lo trascendente.Pero el concepto de lo sagrado, no siempre está ligado a la religión, la excede, es más amplio, y hasta a veces la ignora. Lo sagrado puede ser descubierto en la naturaleza, en el interior del hombre, en el pensamiento...lo sagrado es el reconocimiento del hombre a la maravilla, al misterio. Cuando algo es inexplicable, nuestra razón no puede abarcarlo completamente y sin embargo nos es escencial para comprender a todo el universo, es ahí donde lo sagrado se presenta.  ¡Y cuánto misterio hay en la verdadera obra de arte! No todas tocan el sentido profundo del que hablamos, pero esas especialísimas obras que tienen lo inexplicable de su alcance, esas son las que evidentemente, nos presentan ante nuestros ojos y todos los sentidos la existencia de lo sagrado. Es así, que la obra no necesita de un tema religioso para ser el puente que el hombre está buscando, la obra puede ser ella misma el camino de reflexión, de introspección para que el hombre se anime a acercarse al misterio.
De acuerdo a este comienzo, nos adentramos al pensamiento de Antony Tapiès y también al del teólogo Von Balthasar , viendo como ambos, desde distintos ámbitos de trabajo, están muy unidos en su caminar.
En este encuentro, nos detuvimos especialmente en la gestación, el diseño y la realización de lugares de oración en el siglo xx. Fuimos recorriendo el camino que el hombre fue eligiendo para poder construir espacios sagrados, sin necesidad de las imágenes figurativas tradicionales. Reconocimos la importancia de lo simbólico, el valor de la forma simple, la luz y el silencio en los ambientes religiosos más modernos. Así, analizamos el trabajo de grandes artistas que fueron convocados para realizar proyectos que jamás hubieran imaginado. Matisse, Léger, Le Corbusier, Rothko y tantos otros que encontraron en el hacer plástico un camino de reflexión y síntesis de sus vidas.





Luego, tuvimos la posibilidad de seguir el proyecto completo de la Iglesia de Glew, de la mano de la arquitecta Claudia Gastrón, responsable del diseño y construcción de la misma.
Merendamos y compartimos cantidad de experiencias gracias a la participación de tantos participantes, algunos muy viajados, que pudieron relatar sus vivencias con respecto al tema.
Por último, hicimos un desarrollo de la imagen de Cristo crucificado a través de la historia y fuimos analizando la relación que existe siempre entre la manera de representación y la sociedad de la época, y también la necesidad personal de expresión.
Una tarde riquisima, de una profundidad maravillosa, que nos dejó en un estado de contemplación para seguir degustando todo lo vivido.
¡Qué buenas meriendas!